El sábado Nov 1, 2014 fue día de cambios. No sólo bajaron las temperaturas con la llegada a nuestro país de un frente frío, sino que también vivimos la última jornada de este año con el llamado horario de verano. Para mayores variaciones, una exposición del artista Pedro Pablo Oliva rompió la rutina de Pinar del Río y sacudió a todo el movimiento artístico del país.
Bajo el nombre de Utopías y Disidencias, la muestra encontró acomodo en la propia casa taller del pintor después de haber sido cancelada por las autoridades culturales de la región. Cuando parecía que los funcionarios se habían salido con la suya y nunca disfrutaríamos del ingenio del personaje Utopito, su creador decidió que en los pasillos, la sala y hasta el patio de su vivienda sus lienzos se sacudirían la censura.
Utopito sueña con una Cuba posible en donde quepamos todos y ejerce su derecho a disentir de la exclusión, la descalificación, la infamia y la violencia
Oliva nos mostró ayer a través de su obra y de su valiente gesto, que la utopía puede ser real, con los pies en la tierra. Utopito sueña con una Cuba posible en donde quepamos todos y ejerce su derecho a disentir de la exclusión, la descalificación, la infamia y la violencia en sus diferentes manifestaciones. Es un inconforme que se hace preguntas, muchas preguntas.
Quienes asistimos a la inauguración de la exposición, vivimos uno de esos raros momentos de libertad y respeto. No faltaron, tampoco, las muestras de cariño y aprecio de vecinos y conocidos del pintor, además del halago auténtico de otros artistas del patios. Estos últimos debieron vencer las presiones que han recibido para que no se solidarizaran con el “conflictivo” autor de El Gran Apagón.
En un momento de la tarde me acerqué a Pedro Pablo y lo provoqué con una pregunta que aludía a las justificaciones burocráticas para la cancelación de la exposición en el Museo de Arte de Pinar del Río. ¿Cree usted maestro que ahora sí existen “condiciones subjetivas” para poder disfrutar de estas obras?
“qué ciegos son, cuánta injusticia, pero el tiempo pone todo en su lugar, mira como han venido amigos, no caben en la casa
El artista se tomó unos segundos para pensar y desplegó esa sonrisa tan suya, que de vez en cuando ha colocado también en algún personaje de sus cuadros. Entonces sentenció, “qué ciegos son, cuánta injusticia, pero el tiempo pone todo en su lugar, mira como han venido amigos, no caben en la casa. Estoy muy contento”.
Esos mismos funcionaros que truncaron en un inicio el camino de Utopito, deben haber estado muy nerviosos ayer cuando el parque de La Independencia se llenó de ansiosos paisanos a la espera que el reloj marcara las cuatro de la tarde para acceder al suceso cultural más importante que ha vivido nuestra ciudad en los últimos veinte años.
No sólo Oliva estaba feliz de que su casa estuviera repleta y Utopito tuviera el mejor nacimiento que pudiera esperarse, sino que otros pintores reconocieron la valentía de presentar Utopías y Disidencias a pesar de todos los obstáculos. Arquímedes Lores, Nelo, me confesó visiblemente emocionado, “me alegro mucho por el maestro, es muy bueno para las artes esta exposición”.
Así que Utopito, ese señor que todos llevamos dentro y al que no le damos el necesario espacio para vivir, protagonizó ayer un día de cambio. Una jornada de transformación y no sólo porque bajaron las temperaturas o atrasamos las manecillas del reloj.
Pedro Pablo Oliva nos regaló “Utopías y Disidencias”, dulce recordatorio de nuestras responsabilidades con lo extraño, repudiable y hasta misterioso de nuestro ser. Todos tenemos una Utopía dentro, parecían decirnos cada uno de aquellos lienzos, algo tenemos que decir y hacer, aunque nunca nos atrevamos y prefiramos que sea el pintor el que lo materialice por nosotros.
este singular personaje se nos revela políticamente incorrecto, incómodo para sí mismo y para los demás
Utopito nos enseña que se puede transformar una realidad, a veces desde la ironía, otras desde la burla a sí mismo, o a su época, nunca con la certidumbre de la palabra indicada o el gesto adecuado. A través de un chiste, o una frase popular, este singular personaje se nos revela políticamente incorrecto, incómodo para sí mismo y para los demás. No puede ser de otra manera, si se corrige se pierde y se extravía, por tanto, lo único que le queda es preguntar y no estar nunca contento o complacido con las respuestas que le dan.
El secreto de Utopito y sus amigos, es creer que la convivencia es posible aunque a veces ni nosotros mismos creamos en ella, pero la vamos construyendo imperceptiblemente con lirismo, humor y cinismo. Ayer fue justo eso, una jornada de convivencia y utopías realizadas.