Por: Mercedes Borrero
La imponente desintegración del Imperio Napoleónico, iniciada en las llanuras de Waterloo el año 1815, regó por todas las playas del mundo a los últimos amigos del águila caída. Así fue como el año 1817, llegó al puerto y ciudad de San Cristóbal de la Habana Juan Bautista Vermay, artista francés que supo de la amistad del gran Emperador y fuera: discípulo distinguido de David, el pintor oficial de los días gloriosos del Imperio. Cuba acogió a Vermay como a un nuevo hijo, y él artista, enamorado del ambiente y la luz de nuestra Patria, levantó definitivamente su hogar en la Habana. Su intima amistad con José María Heredia, sus relaciones con lo más distinguido de la sociedad de esos días y su incurable afición al Arte que con tanto fruto cultivara en su lejana Francia, le llevaron a preocuparse por la vida cultural de nuestro pueblo, y acometió lleno de generosos entusiasmos una obra gigante - la fundación de la Escuela de Pintura "San Alejandro". Mucho ayudó a Vermay en su empeño triunfante la benemérita Sociedad de Amigos del País, qué dotó a la Academia de su primer Reglamento y propuso para director de la misma al propio Vermay. Todos los que conocen la historia de "San Alejandro" saben que apenas ha habido en Cuba nadie que haya sabido manejar con suprema conciencia artística un pincel, que no haya pasado por sus aulas. Desde que la Real Sociedad Económica instalo la Escuela en el local mismo que hoy ocupa, en Dragones 62, la Escuela adquirió un ritmo propio, organizándose como un centro de verdadero estudio de la pintura y la escultura, hasta que, bajo el mando de Isabel 2da., el año 1863, se le dio un nuevo Plan de Estudios 0ficiales, que conservó hasta el 20 de Mayo de 1902, fecha de nuestra primera República. Una de las épocas más interesantes de la Escuela, es aquella en que, por 1883, estuvo anexada al Distrito Universitario, y cuando sus alumnos eran premiados, recibían sus diplomas ante el Claustro Universitario, en la propia Aula Magna de la Real Universidad, instalada en el Convento de San Juan de Letrán. Cuando los sucesos del 71, le Escuela rompió sus últimos lazos con los Capitanes generales de la Isla, teniendo desde entonces una definida orientación nacionalista. A la muerte de Vermay, la dirección pasó a manos de Guillermo Colson, otro francés distinguidísimo. Con Miguel Melero se inicia la serie, no interrumpida hasta ahora, de Directores cubanos de la Escuela de Bellas Artes, "San Alejandro”. Ese año de 1878, fue, para el Arte Cubano, algo trascendental. Cada uno de los Directores que desde entonces a hoy han regido los destinos de la institución, ha traído algo de su personalidad propia al desarrollo artístico de la misma vinculándose a ella de estrecho modo. La llama de entusiasmo y de fe encendida por el ilustre Vermay arde hoy, magnifica y vigorosa en cada uno de los profesores que ocupan sus diversas cátedras. Cada uno de ellos ha llegado a ese pueblo después de haber recorrido las etapas diversas que señalan la carrera de un verdadero artista. Formados en escuelas y academias de Europa, bajo rigurosas disciplinas de muchos años de arduo estudio, contando con exposiciones en el extranjero y en Cuba, con un historial artístico brillantísimo cada uno y una probidad personal acrisolada, han Elevado el espíritu y la conciencia artística de la bien amada Escuela, hasta ponerla al nivel de las mejores de su clase en Europa, una feliz armonía entre profesores y alumnos, asegura una labor depurada y eficiente .El pasado de "San Alejandro” es glorioso; su presente sigue las huellas y el camino que le trazaron sus grandes animadores de la primera hora; su. porvenir está en manos de esta muchachada de hoy, donde se están incubando los maduros artistas del mañana y que sabrá como todos esperan, agregar flamantes laureles de gloria a Cuba y a sus mejores hijos.-
(Tomado de: Escuela Nacional de Bellas Artes. San Alejandro, Resumen Histórico, 1938. Mercedes Borrero) (Fondos BNCJM).
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