Tuesday, September 25, 2012

La Pintura de Cata, viendola se le oye.

Nota Publicada en “Raices Cubanas”
La Pintura de Cata, viendola se le oye.
Por Dominica Alcantara
Héctor Cata es un pintor cubano joven, dotado de una extraordinaria sensibilidad, tenaz en la búsqueda de nuestras tradiciones, indagando el pasado, el presente y las posibilidades futuras de lo cubano, que es dolor unido a inefable gozo bajo el sol o las estrellas.
Pero Cuba también es sonido, ruidos mil y música. Y el cubano baila con un son que sólo él oye. 0 quizás, por lo universal de la distribución de nuestra música, que el mundo entero oye, pero que solo al cubano lo mueve de modo único.
Porque en Cuba todo se mueve, todo se mece. Los alisios que hicieron posible el Descubrimiento de América un siglo antes que la técnicas navieras lo hubieran permitido. recorren la isla todo el día casi todo el año. Luego sopla el terral vespertino. Y en invierno soplan fieros los nortes. Y cuando Dios se pone bravo, el feroz huracán lo mueve todo implacablemente.
No es una isla estática la que dio nacimiento a Héctor Catá, sino una hamaca que se mece perennemente en El Caribe. Ese vaivén que se refleja perfecto en nuestra música, dicta el ritmo de las líneas exteriores de su dibujo. No hay una recta. Sus intentos de línea recta se mueven inquietos para acá o para allá. Luego, si al mirar su pintura, partimos del dibujo, empezamos por ver el movimiento perpetuo de nuestra naturaleza. ¿Será por eso que la mujer cubana tiene un modo de caminar que es todo una danza criolla? ¿Será por eso que el macho cubano camina como un gallo a la pelea, como en danza de guerra?
Eso está todo en el dibujo de Catá. Las flores son sensuales y hermosas como mujeres; las mujeres hermosas y sensuales como flores... al soplo de la perenne brisa. Sus palmas son novias que esperan. Sus montañas respiran inquietas. Sus calles son visiones de borracho. Hasta sus catedrales aparecen meciéndose ante la brisa. Porque para sus ojos, todo en Cuba se mueve en secreta música.
Catá tiene en su linea el son cubano, que es un menearse con gracia sin igual, en todos los sentidos, pero conservando el equilibrio final. Y todo lo pinta él fielmente. Pero no se concibe a Cuba en blanco y negro. Porque los colores se van de parranda en nuestra Isla. Para describir a la policroma Cuba hay que agotar la paleta. A la vez, hay que entender bien nuestro arcoiris para descubrir cuáles son los colores que reinan en nuestro reino. Catá nos lo da. Nos sabe dar los saltos alegres y rebeldes del rojo, el naranja y el amarillo ante la opresión del verde y el azul.
Hector Cata
"Guajira"
Flores Carbonell Collection

Si usted no sabe ver las mil caras del verde cubano, no nos haga un paisaje. Si no sabe reflejar los mil tonos de azules de nuestro cielo y nuestro mar, no nos pinte. Porque, además, nuestros verdes van hacia negros aqui, amarillos allá, naranja, rojo, azul, blanco, mil combinaciones más, como en un baile de máscaras. Porque nuestras aves se visten con los colores que les da la gana. Porque nuestras flores las imitan. Y nuestras frutas imitan a las flores y las aves. Y nuestras conchas de mar los imitan a todos y al arcoiris. Catá descubrió eso. Porque en Cuba hasta la tierra agota una paleta, y el surco puede ser negro, "colorao", siena, lila... No se acaba nunca de contárseles los colores a nuestra polícroma isla.
Catá los ve a todos y cada uno. Y cuando va a pintar un cuadro, "porsia", exprime todos los tubos del óleo en la paleta. Porque pintar en cubano es "tirar la paleta por la ventana". Y ponerse a cantar, y ponerse a bailar. Es hacer música... Su pintura, pues, se oye si el oído es cubano. Por eso Catá pinta La Habana Vieja, catedrales, el malecón cuajado absurdamente de frutas ¡y todo baila! Sus "doñas" reflejan la cualidad íntima de todas las mujeres cubanas, y todas parecen que van a cantar una habanera, o el aria trágica de Cecilia Valdés. En cuanto a riqueza y veracidad de detalles, el bordado, los encajes, que antes lucían nuestras abuelas, ha sido recuperado por Catá puntada a puntada.
Muy interesante también (como una especie de "realismo mágico" pictórico), es la manera en que el pintor intercala elementos de nuestra arquitectura y naturaleza en el cuerpo de las mujeres. Todo Cuba. Hasta lo negro de los ojos de sus "doñas" es un mensaje de unión racial. Y si son paisajes los que asoman detrás de una de esas "doñas", o una ermita, éstos tienen la misma calidad musical del resto de su obra. Si, por otro lienzo, es una pelea de gallos lo que pinta, la violencia cruel del momento es aliviada por lo glorioso de los colores. Como contar la historia misma de Cuba. Una tragedia cantábile.
Catá es autor de una vastísima obra que se destaca por sus singulares mensajes de cubanía, por la fuerza impactante de la brillantez cromática con que contempla la naturaleza, la belleza arquitectónica de ciudades y pueblos, sus mujeres y todo aquello que describe a la hermosa isla de Cuba, pues ella ha sido su inspiración permanente, y a ella solamente ha dedicado su arte.
Este pintor cubano de gran prestigio internacional, nació en La Habana, y allí se graduó en la Escuela de Artes Plásticas "San Alejandro". Su obra, vasta, versátil y polifacética, se ha exhibido a través de América y Europa, donde ha sido justamente galardonada con numerosos premios y honores.
Según el artista, su vocación comenzó en los primeros años de su vida. Conserva dos hermosos trabajos de su niñez, uno realizado a los seis años y el otro a las diez. Ellos permiten conocer la formación temprana y en gran medida autodidacta del autor.
¿Cómo más definir su arte? Su arte es simbolista, es modernista, es barroco criollo y, por encima de todo, es romanticismo a lo Cecilia Valdés o a lo "Lamento criollo". Es decir, es el amor y el gozo felices, y al mismo tiempo dramáticos y patéticos. Porque, habiendo vivido casi toda su vida bajo el comunismo y sufriendo ahora exilio, el sufrimiento de la cubanía herida está también en su obra.
En realidad, cualquiera que sea su tendencia artística, su penetrante pincel revela a un artista disciplinado, pero audaz, dotado de un gran poder de observación y buscando recrearse en las realidades históricas y las tradiciones del único país del mundo que puede llamar suyo.
Tan pintor y tan cubano, Héctor Catá va a alcanzar dimensión mundial sin perder y mucho menos traicionar su origen. Dondequiera que pinte en el mundo "ancho y ajeno", su pintura será siempre tan sensualmente cubana como las palmas, el ron y el buen habano. Y tan sonoramente cubana como un pregón, un bolero, una rumba o un danzón. Cuba entera sale por sus pinceles.
Raices Cubanas se siente honrada de tener al pintor habanero Héctor Catá, maestro fiel de dibujo y color cubanos, en nuestra portada y estas páginas.

No comments:

Post a Comment