Se despide un poeta del pincel
Antonio Ferrer Cabello Pintando desde su estudio frente al Parque Cespedes en Santiago de Cuba |
Antonio Salustiano Ferrer Cabello estaba de prisa para entrar a la eternidad, y no quiso esperar los 25 días que lo separaban de su cumpleaños 93 y dio el saludo definitivo, hoy, 16 de mayo del 2006.
Conocido como “Nico” por sus allegados, nació y vivió siempre en Santiago, donde realizó una vida fecunda, como artista de la plástica y en la esfera política y social. Grande del pincel, no era de aquellos artistas que se enajenan y hacen de su profesión un refugio para guarecerse cuando las circunstancias no le son favorables. En su caso, sucedía todo lo contrario, si útil y grandiosa fue su arte, así también puede catalogarse a su vida de hombre continuamente enfrentado a las problemáticas de su entorno.
Ferrer Cabello, nació el 8 de junio de 1913, en una casona colonial que edificara su abuelo en la calle Bartolomé Masó (Santa Lucía) No. 524. Muchos años después y ya casado con Berta Estiú, se radicaría casi al frente de su casa natal, en el No. 521 de la misma calle.
De su matrimonio tuvo cinco hijos: las hembras Gisela y Berta están vinculadas al sector de la cultura; los varones Guarionex (fallecido), Guamá y Vladimir (fallecido hace algunos años), siguieron los pasos del padre.
Vida artística vs. Vida política
Antonio Salustiano Ferrer Cabello
"La Nana" 1954 - Graphite on Paper
Flores-Carbonell Collection
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Al ver su inclinación por la pintura los padres de Ferrer Cabello lo matriculan en la Academia Municipal de Bellas Artes, que radicaba por ese entonces en la Casa Natal de José María Heredia, en 1937 continúa sus estudios en la Academia San Alejandro de La Habana.
Paralelamente a sus estudios desarrolla una vastísima actividad social y política, se vincula a la Juventud Comunista y luego milita en el Partido Socialista Popular, junto a Lázaro Peña y otros luchadores revolucionarios.
Amante de su ciudad natal, de la que nunca quiso separarse, en 1943 finaliza sus estudios académicos y regresa a su terruño, donde se vincula al mundo cultural santiaguero. Fue profesor y director de la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Joaquín Tejada y director del Museo Provincial Emilio Bacardi. Fue fundador, en 1953, junto a Miguel Ángel Botalín, José Julián Aguilera, Raúl Pomares y otras personalidades, de la Sociedad Cultural Galería, que revolucionó el mundo artístico de nuestra ciudad. Aunque también realizó esculturas por encargo, cobró gran celebridad como retratista y paisajista. Fue jurado en numerosos eventos plásticos, y sus obras han podido ser apreciadas en más de 135 exposiciones colectivas y 25 personales, tanto dentro como fuera del país. Fue fundador de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Es considerado el decano de la pintura santiaguera.
Paralelamente a sus estudios desarrolla una vastísima actividad social y política, se vincula a la Juventud Comunista y luego milita en el Partido Socialista Popular, junto a Lázaro Peña y otros luchadores revolucionarios.
Amante de su ciudad natal, de la que nunca quiso separarse, en 1943 finaliza sus estudios académicos y regresa a su terruño, donde se vincula al mundo cultural santiaguero. Fue profesor y director de la Escuela Provincial de Artes Plásticas José Joaquín Tejada y director del Museo Provincial Emilio Bacardi. Fue fundador, en 1953, junto a Miguel Ángel Botalín, José Julián Aguilera, Raúl Pomares y otras personalidades, de la Sociedad Cultural Galería, que revolucionó el mundo artístico de nuestra ciudad. Aunque también realizó esculturas por encargo, cobró gran celebridad como retratista y paisajista. Fue jurado en numerosos eventos plásticos, y sus obras han podido ser apreciadas en más de 135 exposiciones colectivas y 25 personales, tanto dentro como fuera del país. Fue fundador de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Es considerado el decano de la pintura santiaguera.
En 1955 se le encomendó realizar un mural en el Instituto de Segunda Enseñanza. En esta obra debía reflejar personalidades destacadas de la política y el pintor incluyó a Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras y Pablo de la Torriente Brau, lo que provocó la alarma del director del centro.
Ferrer Cabello se niega a quitar la imagen de los luchadores revolucionarios y como gesto de protesta embadurna de pintura el rostro de los patriotas y abandona el proyecto, que se terminaría luego de Triunfo de la Revolución.
Ferrer Cabello se niega a quitar la imagen de los luchadores revolucionarios y como gesto de protesta embadurna de pintura el rostro de los patriotas y abandona el proyecto, que se terminaría luego de Triunfo de la Revolución.
Dibujo de Mariana Grajales por Antonio Ferrer Cabello Actualmente en el Instituto San Carlos en Key West |
En 1957, junto a Pedro Arrate, Miguel Ángel Botalín y Nora Riquenes, marcha a Moscú, para participar en el VI Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes. También visitó Estados Unidos, España, Austria y Hungría.
Se vinculó a la lucha clandestina y conoció a los grandes héroes de esta etapa, entre ellos a Frank País García. Luego del Triunfo de la Revolución estuvo vinculado a todos los grandes momentos de la nueva etapa, fue fundador de los Comités de Defensa de la Revolución, las Milicias Nacionales Revolucionarias y participó en la Campaña de Alfabetización.
Entre las muchas condecoraciones que recibió se encuentran la Distinción por la Cultura Nacional, y las medallas Raúl Gómez García, Lucha Clandestina y Rafael María de Mendive.
Entre las muchas condecoraciones que recibió se encuentran la Distinción por la Cultura Nacional, y las medallas Raúl Gómez García, Lucha Clandestina y Rafael María de Mendive.
Trova y pintura
Ferrer Cabello se vinculó desde temprano a los trovadores de la ciudad y admiró tanto el género que siempre hallaba tiempo para visitar la Casa de la Trova y compartir con los músicos. De este vínculo quedaron para la posteridad las imágenes de los célebres cantores: Pepe Sánchez, Sindo Garay, Ñico Saquito, Pucho el Pollero, Emiliano Blez Garbey, Salvador Adams, Pablo Armiñán Castellanos, Ángel Almenares, y Miguel Matamoros.
Del maestro nos quedan su amplia sonrisa, su trato afable y caballeroso, sus paisajes citadinos y campestres, su admiración por la raza negra que captó profundamente en sus dolores de esclavo y su bailes populares, su aire de cubana y su amor inmenso por Santiago.
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