La exposición “Apuntes de Viajes“, de Pedro
Pablo Oliva, tendrá lugar en el Centro de Artes Visuales de su ciudad
natal, Pinar del Río, del 10 de junio al 10 de julio de 2016. El artista
cubano es conocido por el público cubano y foráneo especialmente a
causa de la excelencia técnica y escala épica de algunas de sus
pinturas, hoy consideradas obras maestras, así como por su figuración
idiosincrática y su amplio acervo de ficciones, a medio camino entre
documento social y diario personal, entre activismo e intimismo, ironía y
lirismo, tragedia y comedia, fantasía y absurdo.
Los
asistentes a ambas ediciones de “Apuntes de Viajes“, sin embargo,
tendrán en esta ocasión la oportunidad de escudriñar una faceta mucho
menos conocida –y por extensión menos acreditada- en la obra de Oliva,
que ya se extiende a lo largo de medio de siglo de trabajo incesante. La
muestra recoge más de un centenar de dibujos, tintas y acuarelas de
pequeño formato realizados de manera intermitente en los últimos meses,
durante los cuales el artista ha tenido que abandonar su estudio para
trasladarse frecuentemente de un lado a otro, de un país a otro,
obligado por sus proyectos. Estas piezas breves, bocetos o divertimentos
son el resultado de la costumbre de ir de viaje siempre acompañado por
su particular “kit“ de supervivencia: un cuaderno de cartulinas, lápiz,
pincel, pluma, tintas y acuarelas. En este minúsculo espacio su
grafomanía se despliega incesantemente en imágenes que “capturan” y
traducen, cruzando el tamiz de sus cambiantes estados de ánimo, el
transcurrir del mundo a su alrededor. La angustia de las horas que se
escapan en un avión, una habitación de hotel o una recepción, y la
pulsión irresistible de parir imágenes, terminan por disputarle al
tiempo otro palmo de terreno, y es que, a fin de cuentas, sencillamente
no puede parar.
Oliva llama a estos actos de obstinación
creativa “apuntes“ por la inmediatez, espontaneidad y síntesis en la
aprehensión del motivo, que se manifiesta fugazmente en el instante
mismo de la observación o como reminiscencia que sucede al asombro,
cuando no proviene del más puro e indeliberado golpe de imaginación. Las
figuraciones caprichosas de un bestiario prodigado a granel, la
concisión y audacia del trazo, las frugales manchas de color translúcido
dispuestas como al descuido, a modo de textura aglutinante de una
composición intuitiva y dinámica, la narrativa trunca o inexistente y la
realización vertiginosa –todo lo cual contrasta con sus célebres
paciencia y prolijidad, exuberancia formal y narrativa– definen este
singular cuaderno de “bitácora”.
“Apuntes de viaje” también
continuará su trayectoria, haciendo una segunda escala en la Galería de
la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, en la Habana Vieja, a
partir del 22 de julio y hasta el 22 de agosto próximos.
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