Friday, November 2, 2012

Luz y estallido de Pedro Ávila

Luz y estallido de Pedro Ávila
VIRGINIA ALBERDI B.
Tanto la crítica como el mercado de arte en Portugal han acogido al cubano Pedro Ávila Gendis (Camagüey, 1959) como un adelantado de una manera de entender el abstraccionismo desde una calidez formal y expresión viva que tiene mucho que ver con la identidad antillana. Su reciente exposición en la Galería de Arte Convento Espíritu Santo de Loulé, vino a confirmar una presencia que comenzó a hacerse sentir desde el comienzo de este nuevo siglo mediante muestras acogidas por el Museo Jorge Beira y San Bras de Alportel y la instalación de esculturas en las ciudades de Faro y Évora.

Este marcaje internacional de Ávila no nace de la nada. Dentro del movimiento de pintores abstractos que en las últimas dos décadas continuaron y renovaron la segura matriz impuesta por el grupo Los Once, el pintor camagüeyano es uno de los de más sólida consistencia. En el arco que va de Juan Vázquez Martín y pasa por Julia Valdés, Ávila se nos presenta como el destinatario de un legado a tener en cuenta.
A los cuadros que llevó a Portugal en esta última estancia les viene bien la siguiente apreciación del pintor y poeta Pedro de Oráa sobre su obra: "Su iconografía tiene un orden evidente, sus imágenes son homogéneas en el tratamiento composicional porque obedecen a una propuesta definitivamente lúcida: no es en un sentido estricto la pintura por la pintura, sino la mirada interior en la pintura".
En efecto, dotado de esa mirada interior que comparte con el espectador, es posible ver en la obra de Ávila el estallido del gesto pictórico, su gestualidad más incitante y jugosa, el chispazo de luz que se convierte en permanente interrogación. En esos ramalazos luminosos nunca impuestos sino nacidos como de un sobresalto, Ávila logra una calidad árborea que habla a las claras de una identidad radicada en su contacto con su tierra, con su paisaje, pero también con la idiosincrasia de los suyos.
Será difícil no advertir su procedencia, aunque no la proclame a los cuatro vientos. Es como una procesión que le viene por dentro.




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