Friday, January 23, 2015

EL GRAN APAGÓN: UN GUERNICA CUBANO.

EL GRAN APAGÓN: UN GUERNICA CUBANO. 

Pedro Pablo Oliva - El Gran Apagon

Dagoberto Valdés / Cuba: libertad y responsabilidad. Desafíos y proyectos, 2008-04-08
Ya sabemos que no hay dos obras iguales, ni hombres similares, ni puras coincidencias estéticas o históricas. También sé que toda comparación es molesta, inexacta, arriesgada. Pero no he podido librarme de una intuición, aún más, de una insinuación, persistente e imposible de alejar. No ha servido de nada que me repita, una y otra vez, que no sé nada de pintura, que no tengo experiencia en estas lides estéticas, que mejor dejarlo a quienes crean, o reciclan celosamente, la llamada crítica especializada. En fin, he pensado que no soy especialista, lo que en el mundo artístico casi me atrevería a sospechar que equivale a decir que soy un simple mortal, alejado de toda iluminación valedera en el ámbito de esta creación. Todo esto es verdad, pero toda razón ha sido en vano. Se ha impuesto la premonición, el barrunto, la necesidad de decir lo que siento, como simple ciudadano, sobre "El Gran Apagón" de Pedro Pablo Oliva
Comencé a aprehender esta apreciación una noche de 1995 en la Galería de Artes Plásticas de Pinar del Río. Era la primera presentación del gigantesco cuadro de Oliva. El autor sorteaba el inevitable embarazo de todo creador cuando le piden "explicar" una obra. Hoy le he oído, para mi dicha y mayor inquietud, más de diez "explicaciones" sobre el "apagón", todas distintas pero iguales en fidelidad a la intención. Todas matizadas de humor y cierta ironía sabrosa y criolla, que no despintan al cubano de cepa. Todas iban a lo esencial de la vivencia y venían casi ayunas de datos técnicos. Eso me ha incitado. Me puedo acercar- constaté- no es terreno "sagrado", ni tema excluyente. Descubrí entonces, que no sin cierta ingenua "devoción", había "peregrinado" hasta "El Gran Apagón" como quien se acerca a un santuario.

Revisé la ortodoxia de tal "reverencia estética" y no pude tampoco zafarme del hechizo sincrético. Era peregrinar hasta un fragmento del corazón de Cuba, y eso es sagrado. Era una mezcla de respeto al hecho, de admiración por el espejo, de veneración ante la intención, y lo duro de la circunstancia que se me imponía del tamaño de una pared. Testimonio y profecía. Belleza y dolor. Encierro del túnel y verde de esperanza. Acoso de ojos y luz sobre la soberanía. Lobo, paloma y quinqué.
Como quien se inclina ante Cuba, como quien calla, por la inutilidad de palabras y poses, ante la madre que sufre. Como quien no quiere entender con la cabeza y siente sin escapatoria. Como quien quisiera que no hubiera ocurrido y vive el orgullo-pavor de la supervivencia. Como quien sabe, más bien, presiente, que la muerte no será la última palabra, así me acerqué a esta obra de Pedro Pablo Oliva.

Así me seguí compenetrando con "El Gran Apagón" y un día, sin esperarlo, cae en mis manos un catálogo con una breve reseña de Pablo Picasso y al detener, una vez más, mi vista sobre el "Guernica" encontré un cierto paralelo, una cierta comunión de intenciones y signos, un atisbo de coincidencias y diferencias. Me dije: "El Gran Apagón" es el "Guernica" de Cuba. Y acallé hasta que pude ese atrevimiento. Pero asentado el presentimiento y puesto a buscar razones, un día lo dije al autor y a su carismática hija. El primero sonrió con una mezcla de asombro y duda, la segunda incisiva y prudente, como buena sicóloga, hizo la pregunta de rigor: ¿por qué?.
Me acerco ahora a la respuesta, diciendo siempre que es sólo una intuición.

Ambas obras reflejan un momento duro, de incertidumbre, muerte de personas y épocas. Ambos son "documentos", testimonios y archivos, del sufrimiento de dos pueblos. Por supuesto que por causas diferentes, uno por una guerra cruenta, el otro por la guerra fría, uno a causa de un bombardeo de bombas extranjeras en 1937 en el marco de un desastre llamado guerra civil; el otro, a consecuencia de un bombardeo de circunstancias que se agolparon en un período llamado "especial" no exento de presiones e influencias venidas de fuera: caídas y embargos, desaparición de mercados y subsidios, amenazas a la supervivencia.

"Guernica" apareció en el pabellón español de la Exposición Universal de 1937, la opinión pública internacional lo ha considerado "la mayor pintura trágica del siglo XX". Era el grito de un pequeño poblado vasco escuchado por la genialidad de un artista comprometido con su tiempo. Desde una pequeña casa de familia guajira en Pinar del Río, sobre el suelo, se fue desenrollando, porque no había "espacio", un lienzo de verdades que nace gracias a la tenacidad imparable de otra genialidad criolla, e igualmente comprometida con su tiempo. Va apareciendo, sin previo aviso, un túnel de peligros y dolores, de huidas e incertidumbres, de dolor y vacíos. Era uno de los momentos más trágicos de nuestra historia patria.

Creo que ambos autores han querido dejar plasmados y acuciantes, avizores y, en cierto sentido, molestos, estos dos momentos del devenir de sus pueblos, con un amor tan grande a sus esencias e historias que no han podido quedar inermes ante su sufrimiento. Creo que esta es la "coincidencia" fundamental. Lo otro es rasgo, símbolo discutible, apreciación subjetiva y por ello no menos real, pero perteneciente al reino del espíritu, gracias a Dios, tan libre e inasible, como inefable.
En ambos óleos hay oscuridad y un solo haz de luz venido de la pequeña llama de un quinqué. Ya sabemos que la luz verdadera es siempre así, pequeña, penetrante, fecunda desde adentro, pero débil en su primer gemido. Como cuando pare una mujer para dar "a luz" una criatura nueva.
En ambos hay animales amenazantes y sombríos, cuyas fauces no sabemos bien si están abiertas de dolor o de crueldad. En el "Guernica" un toro que para Picasso es símbolo de "la brutalidad y la oscuridad". En el "Apagón" es un lobo gigantesco salido también de la oscuridad. En el primero, tan cerca de la pequeña luz como pudo, campea el caballo herido que para el autor representa al pueblo español. En el Oliva, debajo exacto del único haz de luz, una tribuna, vacía y expectante. Sólo la llenan, la cubren, son su misma estructura, las franjas y la estrella solitaria: es el símbolo de la nación cubana, eso sí, no sola, sino rodeada de hombres que, sin duda, han marcado, de alguna manera, la historia del país.
También hay hombres y mujeres sencillos, pero no anónimos, que cubren casi toda la superficie y que, a medida que se alejan, sufren. Otros perecen ahogados entre las olas de un cuño casi al margen; otros sobreviven, como aquel impresionante y pequeño hombre que hace equilibrios sobre el filo de una pértiga de riesgos, acosado por izquierda y derecha en lo más alto de la oquedad del túnel. Otros "hombre-citos", pequeños de alma y de entrega, flotan sobre frutas jugosas o bajo sombrillas en el aire, como si adornasen los márgenes de la obra. Se evaden por dentro, no ponen sus pies en la tierra, se desentienden del dolor y del túnel, creen que están fuera de él y fuera del desgarramiento y el sacrificio. Están muertos de oportunismo y fríos de solidaridad. Van solos; o, por lo menos, así los veo yo.

En el Picasso, las figuras planas, simples, no andan solas, yacen en amasijo de pueblo masacrado. Los agudos ángulos contrastan con las curvas de Oliva, pero el dolor no es geométrico. En blanco y gris, en negro y luz, las de Picasso; en verdes y amarillos, rojos y azules las de Oliva, porque la vida es así, de polícroma y contrastante. En Picasso se ve la herida por fuera. En Oliva va por dentro. Pero en ambos el desgarrón. Con la sobriedad, casi descarnada del país vasco en uno, con la exhuberancia caribeña y tropical en el otro; pero, quién dijo que el sufrimiento tiene latitudes.
Ver bajo la geometría de las formas, auscultar bajo la piel multicolor de la vida, curar la herida donde esté y descubrir la esencia del hombre sin los límites de meridianos, es poder leer del arte el mensaje de humanidad. Eso he experimentado al escuchar a Oliva y es mi mejor recomendación para los que se acerquen a "El Gran Apagón".


Una última apreciación y un deseo

El túnel de Oliva tiene salida y la muerte no tendrá la última palabra. También en el "Guernica" quiero ver, desde abajo del triángulo de luz y de la pata del caballo que representa al pueblo, casi imperceptible en medio de tanto horror, cómo se yergue, trémula pero vivaz, una pequeña flor que nace del brazo herido y de la espada quebrada.
Para mí, lo que en Picasso es detalle de resurrección, en Oliva es atmósfera rediviva. Creo ver, en el verde predominante del apagón, que la esperanza es más fuerte que el caos y la sombra. Este óleo-insignia de la espiritualidad de Pedro Pablo destila por las grietas del túnel, profusión de espacio y de vida. Creo que no podría ser de otra manera conociendo la discreta y exuberante fuerza interior del autor, es decir, su mística cubanísima. Ya sabemos que ni en los peores momentos, los cubanos nos hemos dejado arrancar el humor y la esperanza. Quizá de aquí brote la gran capacidad de recuperación de nuestro pueblo. "El gran apagón" es el certificado, "acuñado" por la vida real, de que Cuba seguirá fiel a la luz y a la vida, al color y a la diversidad, al riesgo y al movimiento, aunque este sea sobre el filo de una pértiga acosada de peligros, pero en lo alto de la existencia que nos sugiere la estatura que tiene la dignidad.

Por esto, y porque comparto con Oliva el arraigo y el gran amor y respeto por el pueblo de Pinar del Río, expreso el deseo de que "El Gran Apagón" no se vaya de aquí. Hay que buscar el lugar apropiado. Quizá pudiera estar en ese proyecto de museo de las artes plásticas que es digna iniciativa que adeudábamos con los creadores de estos lares.
Que "El Gran Apagón" permanezca en la tierra verde y fértil donde nació desenrollado como un libro del Pentateuco, mezcla del Génesis y del Éxodo, de la mano de un guajiro universal, porque Pinar del Río merece tener este documento de riesgo y esperanza. No sólo porque enriquece su patrimonio artístico, ya fecundo, sino porque puede ser meca y santuario de cuantos vienen buscando la esencia de la humanidad, la nobleza de Vueltabajo y el carisma identificativo del color local. Eso sí, que sea sin localismos ni chovinismos, pero con un gran sentido de pertenencia. El "apagón" abre esta pequeña ciudad a la universalidad y salva a esta de los lobos de la globalización.
Por eso creo que "El Gran Apagón", de Pedro Pablo Oliva, vislumbra la luz al final del túnel y puede encender, dentro de todo el que lo admira, el quinqué de la esperanza.

8 de Abril de 2001
En el 28 aniversario de la muerte de Picasso.

Tuesday, January 20, 2015

Armando Menocal (1863-1942)


"Embarque de Colon"
Obra pintada por el artista cubano Armando Menocal en1893. Esta pieza se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana. Cuba.

Armando Menocal (born Havana, July 8, 1863 - died there, September 28, 1942) was a Cuban painter. He first studied at the Academy of San Alejandro in his native city, before going to Spain in 1880 for further study with Francisco Jover; there he also became acquainted with the work of Joaquín Sorolla and the thinking of Marcelino Menéndez y Pelayo. He also exhibited in Spain, winning numerous awards. Menocal later returned to Cuba to join the Liberation Forces in the Cuban War of Independence; upon its completion, he dedicated himself to the teaching of art, returning to his alma mater as a professor of landscape painting. In 1927 he was named director; in 1940 he became director emeritus. His paintings decorated many public buildings around Havana, and today may be seen in the Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. He was also a member of Cuba's National Academy of Arts and Letters. He died in 1942.

Uno de los artistas más significativos de la plástica cubana. Nace en La Habana el 8 de julio de 1863. Concluye sus estudios en la Escuela de San Alejandro a los 17 años de edad. En la prestigiosa institución cubana, la instrucción de Menocal estuvo bajo la tutela del profesor Miguel Melero. Muy joven, en 1880 los padres, lo envían a España para avanzar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde recibe clases del maestro valenciano Francisco Jover. Establece contacto entonces con relevantes personalidades de las humanidades y las artes, como Menéndez Pelayo y Sorolla. Su vida en Europa le resulta provechosa, pues no solo se adentra en las técnicas más actuales entonces de la pintura , sino que aprovecha para montar sus primeras exposiciones lo que le permite obtener un importante premio que le da renombre: el segundo lugar en la Exposición Nacional de Madrid, de 1884, con su cuadro Generosidad Castellana. Retorna a la patria en 1890. Ocupa la Cátedra de Paisaje en San Alejandro y comienza a pintar retratos personales que le granjean reputación artística y social. Entre las obras principales de la época, ajenas a la parcela del retrato, sobresale Reembarque de Colón por Bobadilla (1893), célebre por el conflicto que le ocasiona con el gobernador general de la Isla, quien le exige que suprimiese las cadenas que el creador le había pintado al “descubridor”, a lo que Menocal se niega abiertamente. Incluso, desafiando la ira de las autoridades españolas, lo exhibe después del diferendo. Su actividad creativa se interrumpe temporalmente cuando el artista, abandona el pincel para incorporarse al Ejército Libertador. Su desempeño como ayudante del Generalísimo Máximo Gómez, en la Guerra de 1895, le proporciona la posibilidad de estar en el corazón del teatro de operaciones y apreciar toda la crudeza de la conflagración. Sus escenas bélicas son vendidas en el exterior, con el propósito de recaudar fondos para los mambises. Su protagonismo en la contienda independentista le estimula su creación artística entre los que se destacan sus pinturas: La batalla y toma de Guáimaro, La batalla de Coliseo o La invasión, pero, sobre todo, ese cuadro suyo de gran formato nombrado La muerte de Maceo, referente de todo su período en la manigua, aunque lo pintara ya entrada la nueva centuria. Al Lugarteniente General ya le había hecho antes, a inicios de la Guerra Necesaria, un retrato a la pluma. Leonor Pérez, la madre de José Martí, le entrega al pintor la foto más querida de su hijo, tomada en Cayo Hueso, en 1891. La versión libre hecha por Menocal a partir de la misma, le complace mucho a Doña Leonor, sobre todo por la intensidad de la mirada. Éste finaliza la contienda con el grado de comandante. En la república, se reincorpora como profesor de la especialidad de Paisaje, en San Alejandro, donde es elegido director del plantel en 1927. En 1940 se le nomina como Profesor Emérito de la distinguida institución. El pintor alcanza gran prestigio por su obra pictórica plasmada en la decoración del Aula Magna de la Universidad de La Habana, el Palacio Presidencial y el Museo de Bellas Artes, entre otros. Además, pinta obras que evidencia su proverbial apego a las raíces básicas de lo cubano, dentro de una corriente que los especialistas ubican en el realismo académico. Elegido miembro de la Academia de Artes y Letras, éste se gana el respeto de la comunidad intelectual de su época y el aprecio del público por la belleza, luminosidad, agudeza, sensibilidad y cubanía de su obra. A su muerte, el 28 de septiembre de 1942, en su habitación solo había un único cuadro y no de su autoría; era un Sorolla legítimo, regalo del propio autor.
Victor Patricio Landaluze (1830-1889)

Español/English

...El primero que ha penetrado la esencia cubana y se ha arraigado espiritualmente en el pueblo mismo, como es y vive, fue Don Víctor Patricio de Landaluze, peninsular de nacimiento, pero mentalmente y por su predilección cubano aplatanado.

Su influencia como inspirador de sus sucesores hasta los pintores contemporáneos de Cuba es enorme y siempre creciente, aunque concentrada en lo temático y folklórico. ... F. Calcagno en su diccionario biográfico, New York, 1878, dice sobre Landaluze: “Notable caricaturista peninsular y regular pintor de escenas de costumbre. En 1862 fundó Don Junípero, satírico y caricaturista, en el año 1881 ilustró la obra Tipos y Costumbres de la Isla de Cuba”...

Though born in the Basque region of Spain, Victor Landaluze became one of Cuba's finest colonial painters. He came to Cuba in 1863, and became well known for his caricatures and humorist drawings. Unlike the generation of Vanguard artists which emerged shortly after his death, Landaluze had no interest in "national" painting. However, much of his art was politically or socially driven, and he still managed to capture the essence of Cuban national characters.
Once Landaluze settled in Havana, he worked as an illustrator for the magazine "El Almendares". His work as an illustrator and popular caricaturist leaves the possibility for many of his sketches to still be in existence today.

Landaluze illustrated for a number of magazines, including the Charanga and the Muza Moor. He would create watercolors or lithographs for these magazines as well, and the number of these sketches could are unknown. Landaluze also became the founder of the newspaper Don Junipero, which was a satirical publication.

When Landaluze was not sketching for magazines, he was documenting Afro-Cuban lifestyles in his art. Locals in wild costumes, servants and people in leisurely period costume were typical studies for Landaluze. His interest in Cuban folklore shined through in his paintings. Due to his European roots and training, this would create a very interesting look of old world meets island heritage.
Though scenery would play a part in his compositions, generally, Landaluze was not a landscape painter. When he was painting scenery though, he would generally focus on the sugar mills of the rural regions.

A highly noticeable painter, Landaluze would stereotype the rural farmer and came to create national images for the people of Cuba. These images remain today, such as the slave, the rich farmer, the country man, the carriage driver and the nanigo.

Landaluze even capitalized on the banana and the guira tree to create lasting imagery. Through his use of characters, Landaluze created the Liborio, which has become a lasting image of the Cuban people.

One thing that is particularly interesting is Landaluze's range as an artist. Not only could Landaluze create commercial cartoon sketches, but beautiful Realistic paintings. Even his subject matter varied from landscape backgrounds to interiors. Though his work was primarily focused on creating cartoons and sketches, he was able to create extraordinary oil paintings documenting Cuban life in the colonial era.

Landaluze's artwork, more than any other artist, documented the costuming of people that lived on this island nation during the 19th century. Most painters at that time only did portraits of nobility or landscapes...Landaluze would use the common man in his sketches, as well as the elite. Through his parody sketches and etchings, we best see what people really looked like and wore back then from the aristocrats to the Afro-Cubans to the native farmers.

Though his artwork created in Cuba is widely known, his artwork while living in Europe is not. It is not known if and when he ever returned to his Spanish homeland, but the possibility of his art still existing there is tremendous. He certainly must have received his training there, and in turn, would have produced a great number of works. What were they like? Did he draw caricatures then? He lived in Spain until he was well into his thirties, so it is highly likely that his work is owned in private collections in Spain. Perhaps some of his sketches are stuffed between the pages of books or in an old desk, waiting for someone to find this lost treasure.

Today, Landaluze's paintings are housed at the Museo Nacional de Bellas Artes in Cuba.

Friday, January 9, 2015

Las Obras Religiosas de Rodolfo Hernandez Giro

Las Obras Religiosas de Rodolfo Hernandez Giro

Escultor y pintor. Nacido en Santiago de Cuba un 18 de abril de 1881, fue su padre un profesor y compositor santiaguero, que por herencia familiar se aficionaba también a la pintura. Hermano del pintor Juan Emilio Hernández Giro, y por la rama materna, emparentados con los hermanos Tejada y con Guillermo Collazo.

Formado en el seno de una familia amante de las artes, hizo varias incursiones en el teatro y aprendió flauta, clarinete y guitarra con su padre, y en no pocas ocasiones se presentó con su orquesta. Obligados por la guerra a emigrar hacia Haití, recibió allí clases de pintura y colorido con el puertorriqueño Ramón Frade. Ya terminada la guerra, la familia regresa a su natal Santiago, donde estudia en la Academia Municipal de Bellas Artes que recién se fundaba bajo la dirección de los hermanos Tejada. En 1907 la familia lo envía a Barcelona para estudiar con su hermano. Luego parten ambos artistas a París donde estudian en la Academia Colarossi, La Grande Chaimiére y recibe clases particulares de escultura con Paul Loisseau-Rousseau. Luego de un periplo por España, Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra, Italia y Nueva York, regresa a su ciudad en 1912, ejerciendo como profesor de la Academia Municipal de Bellas Artes y como profesor de dibujo de la Escuela Normal de Oriente.

Fue miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras, y participó en distintas agrupaciones artísticas y culturales. Escribió comedias, realizó decoraciones para el teatro y como pintor se especializó en los paisajes. Sus obras más prominentes son el Monumento a Perucho Figueredo que se levanta en la antigua Plaza de Marte de Santiago de Cuba; el relieve en bronce sobre La Invasión para el obelisco levantado en Los Mangos de Baraguá y un busto de José de la Luz y Caballero realizado para la Escuela Normal de su ciudad. 

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro
Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro

Rodolfo Hernandez Giro
Rodolfo Hernandez Giro

La obras graficas de Pedro Pablo Oliva - Serigrafias y Litografias

Pedro Pablo Oliva - Serigraph 

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Pedro Pablo Oliva

Thursday, January 8, 2015

Luis (Sisito) Desangles - Pintor Dominicano influencial en Cuba

Luis (Sisito) Desangles

Gran pintor dominicano, nació en Santo Domingo, el 8 de febrero de 1861. Fueron sus padres Pedro Desangles y Teresa Lubiles, ambos de nacionalidad francesa. Insigne precursor de la dominicanidad. Su obra es cada día mas conocida y admirada, no sólo por coleccionistas e historiadores del arte sino por las nuevas generaciones de dominicanos que están descubriendo las virtudes del artista, maestro, humanista, y patriota ejemplar. Siendo aun joven recibió las primeras orientaciones artísticas de parte de León Cordero. Está considerado como el iniciador del costumbrismo en la pintura dominicana. Entre sus discípulos, se distinguieron Abelardo Rodríguez Urdaneta, Antonio Fiallo y Leopoldo Navarro, entre otros. En 1912 fue designado Director de la Escuela Superior de Varones de San Cristóbal.
Posteriormente, ejerció el magisterio en la Academia Municipal de Bellas Artes y, en 1935, fue nombrado Director de Honor de la Escuela Provincial de Artes Plásticas de Santiago de Cuba. Luis Desangles plasma en sus cuadros numerosos monumentos de la época colonial. Realizó una apreciable cantidad de retratos: Juan Pablo Duarte, Buenaventura Báez, Ramón Matías Mella, Ulises Francisco Espaillat, Francisco del Rosario Sánchez, Gregorio Luperón, etc. Obras principales: "La maldad de la niña", "Vista de Santo Domingo", "EI retorno de la canoa", "Tratando el carbón", "La ilusión de Maceo", "Retrato de una escritora", "La prisión de Caonabo", "EI éxtasis de San Francisco". En Luis Desangles se advierte el aire plácido de la época. Es decir, lo criollo mantiene factura expresiva y realismo transparente mediante estilización personal y amplios espacios compositivas. Una rara vitalidad plástica envuelve a su pintura.
En general, su obra gala de sobria tematización, donde el contorno social y romántico de su época, describe la psicología, preocupaciones, emociones y energías del entorno. Su pintura matizada de un impresionismo penetrante muestra, además una ambientación naturalista. En Cuba, su segunda patria, donde vivió desde 1904 hasta su muerte, desarrollo también una intensa labor didáctica. Contó en sus lienzos su historia y vistió las paredes de la Catedral y de varias iglesias con murales alegóricos. En 1940 falleció aquel gran hombre, que conoció a Martí y a Hostos, y que amó la libertad por encima de todas las cosas.
Datos Tomados del Museo de Bellapart